CAPITULO I: LOS AÑOS CUARENTA
Mis recuerdos de los años cuarenta se pueden resumir:
1.-En lo familiar:
Viviendo en la
calle Corredera que era la entrada del pueblo con mis padres y a
temporadas con mí hermana que solía irse grandes temporadas con nuestro tío
Feliciano (sacerdote) al pueblo de Villaralto (Córdoba). A mi padre trabajando
en el campo y a mi madre de ama de casa.
pan cada 15 días aproximadamente, con aquellos
panes de unos 2 Kilos de peso y se guardaban en una tinaja de barro para
conservarlos. Los hornos eran privados y sólo había unos cuantos en el pueblo
hasta que “LOJA” hizo uno público en lo que hoy es el Mesón. El de mi abuela lo
alquilaba y le daban 1 torta (de masa no fermentada) y 1 pan y la leña la tenía
que poner el que alquilaba.
Allí en la casa de mi abuela “La
Cortijeña” pasaba muchos días jugando con mi primo Manolo y no es de extrañar
que fuera allí la noche que me levanté “sonámbulo” cuando tenía unos cinco años
sobre las once de la noche y fui dormido hasta la casa de la Roda y mis padres
cuando fueron a acostarse se dieron cuenta de que no estaba y salieron a
buscarme por las calles y una pareja de novios (Un hijo de CALDERÓN que era
carpintero) que estaba en una puerta me vio pasar y se lo dijo a mis padres que
fueron hacia allí y me encontraron cuando venía de vuelta. Sólo recuerdo cuando
me desperté en brazos de mi padre (anduve como unos 800 metros por tres
calles).
Del resto
de familiares paternos solo contactos frecuentes con mi tía Guadalupe que nos
dejaba coger esas moras exquisitas del moral de su corral. De los familiares de
mi tío Diego solo cuando venían algunas veces desde Piconcillo (Córdoba) que
eran donde ellos estaban llevando una finca arrendada de mi abuela.
De los familiares maternos a mi tía María y al
resto algunas veces a mi tío Agustín (El CUCO) que vivía en Monterrubio y a sus
hijos Sabina y Juan Antonio. Otras veces cuando iba a Villaralto donde estaba
mi tío Feliciano el cura que vivía con mi abuelo JUANPURO, mi hermana, mis
primos Juan Antonio y Sabina. Recuerdo a mi abuelo sembrando su tabaco en el
corral y secando las hojas de tabaco que luego picaba para fumar en unos
cigarrillos liados, su genio gruñón y tomando mucho bicarbonato.
2.-En lo laboral:
Los
recuerdos de estos años eran los de un niño de unos seis a ocho años.
Referidos a mi padre marchándose a
trabajar en el campo con los mulos que tenía y los guardaba en la casa de mi
abuela. Trabajaba de todo porque las tierras que teníamos las labraba él y se
ayudaba con algunos peones en épocas de siega o recogida de aceitunas. En estos
años ya me familiaricé con los términos de los nombres de las fincas que
teníamos como:
-Los Cotos. De olivos y frutales.
-Virginal, Hoyos, camino de
Monterrubio,
parcelas del Bercial y la Solana que
eran pequeñas
tierras de una o varias fanegas que se
dedicaban
al cereal de secano y las legumbres.
-La cerca de la “Muña”...etc..
Acompañé a mi padre algunas veces y
mientras él trabajaba yo cuidaba de una cabra aunque también recuerdo que había
un pastor del pueblo que todas las mañanas iba por las calles recogiendo las
cabras y las llevaba a pastar todo el día por una cantidad de dinero. Tocaba un
caracol y al sonido del caracol se sacaban las cabras a la calle. Pasaban todo
el día pastando y ya las traía por la tarde.
Recuerdo el coger aceitunas, rebuscar
espigas y garbanzos que luego cambiábamos por garbanzos tostados de una señora
que pasaba por la calle cambiando una lata de tostados por dos sin tostar.
Cuando íbamos a recoger el aceite en el Molino y llevábamos un pan grande para
hacer tostadas con los molineros que se untaban con aceite recién sacado. La recogida
de fruta y castañas. La recogida de trozos de herradura o hierros que cambiamos
por algarrobas de un hombre que pasaba recogiendo hierro.
A mi madre de ama de casa que algunas
veces también iba a coger aceitunas y preparar la merienda de mi padre y
arreglando la casa, lavando y cosiendo todos aquellos remiendos de los
pantalones de pana.
Recuerdo mis primeros tiempos en la Escuela con D,
Valeriano con esas muestras que nos ponía en la “pizarra” y las hacíamos con
pizarrines duros y blandos y luego se borraba con un trapo. Los tinteros y las
plumas que se mojaban duraron hasta
mediados de los años cincuenta. El libro de “Rayas” donde aprendí a leer.
Recuerdo escribiendo la fecha del año 1948.
3.-En lo político:
De los recuerdos políticos sólo el
canto del Cara al Sol en la Cruz de los caídos de la Iglesia.
Como
Alcalde a Victor del Correillo que era una familia enfrentada políticamente con
unos primos “Los Conductores”.
Vi
también los apresamientos de personas contrarias a Franco “Los Maquis” (Mi
vecino Eduardo de la Elisa) que estuvo preso unos días.
Un pueblo dividido por la resaca de la
guerra civil y donde medio pueblo no se hablaba con el otro medio y los
enemigos de tus padres eran también tus enemigos. No solía haber
manifestaciones políticas ni incluso había Falange.
El Ayuntamiento tenía un pregonero al que
le gustaba comer las guindillas picantes y que iba por las calles y al toque de
una trompeta decía los bandos del Ayuntamiento y se solía también hacer para
otros acontecimientos. Por las noches avisaba de las siguientes cosas:
-EL pago de la contribución.
-Las visitas del veterinario.
-La llegada del camión del
racionamiento.
-Otras cosas.
-También si llegaba un camión a
vender en la
plaza.
Recuerdo las “cartillas de racionamiento”
porque un día mi madre me mandó con una cartilla a por la ración que tocaba esa
semana que era un kilo de azúcar y dos kilos de alubias
en el comercio de José Puchas. Me dijo mi madre los vales que me tenían que cortar para que no me engañaran y fui todo el camino desde casa al comercio repitiendo “un kilo de azúcar y dos kilos de alubias”. Cada cierto tiempo venía un camión con alimentos que depositaba en dicho comercio, en el de Gironza y en el de Pizarro (padre de mi amigo PEPE LUIS).
en el comercio de José Puchas. Me dijo mi madre los vales que me tenían que cortar para que no me engañaran y fui todo el camino desde casa al comercio repitiendo “un kilo de azúcar y dos kilos de alubias”. Cada cierto tiempo venía un camión con alimentos que depositaba en dicho comercio, en el de Gironza y en el de Pizarro (padre de mi amigo PEPE LUIS).
También recuerdo el racionamiento del tabaco
porque cada hombre tenía una cartilla y le daban una ración de tabaco para todo
el mes que recuerdo los paquetes de tabaco picado unos más grande y otros más
pequeños con librillos de papel para liar los cigarrillos. Mi padre como no
fumaba el tabaco que le daban mi madre lo revendía a fumadores como Floro el
del horno de ladrillos.
Otra norma política era el que los
fumadores no podían llevar tabaco al campo en el verano por temor a los fuegos
que pudieran provocar al tirar las colillas. Se justificaba porque las escasas
cosechas había que salvarlas. La Guardia Civil registraba a los hombres que
iban al campo pero ellos lo escondían de muchas maneras.
Recuerdo que en el pueblo un día se corrió
el rumor de que al día siguiente venían los de la “Fiscalía” y mis padres
escondieron los costales de trigo (que era lo que buscaban) en un escondite del
“doblao” de mi abuela que era como una habitación que tenía empotrada una
pequeña tinaja donde se guardaba el dinero y en la habitación el trigo. Luego
se cerraba con una pared. También recuerdo que ese día en mi casa mis padres
pusieron dos costales de trigo como un colchón en la cama.
Otro recuerdo de estos años es que un día
iba a casa de mi abuela y nos juntamos varios niños en una calle a la espalda
de la casa de Norberto y estábamos formando mucho jaleo y llegó Antonio María
Treviño (el Municipal) y nos dijo que no formáramos jaleo porque iban a venir
los “coreanos” y posteriormente lo asocié a la Guerra de Corea (1948).
4.-En lo social:
Mis recuerdos de estos años son de juegos
infantiles con mi primo Manolo y los niños de nuestra edad por toda la sierra
del Castillo. Recuerdo aún un taco de madera con una cuerda que era mi camión,
el palo de la escoba mi caballo, las cáscaras de nueces mis barcos y las
chapas.
Mis primeros años de la escuela con D.
Valeriano y otros maestros idóneos del pueblo como Alberto donde nos afanábamos
en que no se apagaran los pequeños braseros de latas de conserva que llevábamos
de nuestra casa y derramar los tinteros de las mesas rellenados con una tinta
que hacía el maestro con polvos y agua en una botella y escribíamos con una
pluma de gallina y en una pizarra con un trapo para borrar con escupitajos las
muestras que nos ponía el maestro. Los juegos del trompo, la rueda, pídola,
“zurrumento”, la mocha y policías y ladrones. Las meriendas de tocino y pan,
aceitunas y pan o en otras épocas los higos pasaos ... etc... Hay que reconocer
que en aquellos años se pasaba hambre.
La fiesta de los nuevos “Quintos” que se
encerraban en una casa todos los del pueblo de esa quinta y lo celebraban por
lo alto.
Las bodas donde había la costumbre de que
la novia una semana antes enseñara el “AJUAR” y el día de la boda el novio y la
madrina iban a recoger a la novia a su casa y desde allí dirigirse a la Iglesia
(Ntrª Srª de la Asunción) con toda la comitiva de invitados, al salir de la
Iglesia los “chiquillos” le cantábamos al padrino:
Iglesia los “chiquillos” le cantábamos al padrino:
“Padrino roñoso
echa mano al bolso,
échalo padrino
y no te lo gastes en
vino”.
El padrino nos tiraba puñados de
“calderilla” (céntimos) y todos los niños nos tirábamos por los suelos a
recogerlos. Después nos íbamos al convite que siempre se celebraba en casa del
novio y consistía en ir pasando bandejas de dulces hechos en casa (magdalenas,
perrunillas, rescardones y roscos fritos
con azúcar etc.) altramuces y garbanzos tostados y los invitados ponían en un
pañuelo atado por los picos para llevar alguno a casa y las bebidas eran unas
copas de vino de pitarra y de anís en el
mismo vaso y copa que pasaba de uno a otro. Al final pasaban los invitados por
la mesa de los novios y echaban dinero en una bandeja (5 pesetas, 25 y 50
pesetas los allegados). Duraban las bodas dos días (Boda Y Tornaboda) para los
familiares y luego al día siguiente tenían los novios que subir al “Castillo de
los Moros” porque había un dicho que los que no subían se llevarían mal en el
matrimonio porque así había ocurrido con matrimonios que se llevaban mal.
Recuerdo que mi madre, amiga de hacer
favores, les prestaba para hacer las bodas utensilios de cocina y a los novios
los avalaba para que pudieran comprarse en el Bazar de Manolito Rey en Castuera
los muebles que luego pagaban a plazos.
Recuerdo de la última “Cencerrada” que se
dio en el pueblo a una pareja de “arrejuntaos” (Una soltera y un viudo) en el
barrio del Altillo. El grupo de jóvenes mayores que nosotros se enteraron de
eso y recuerdo que los mas pequeños nos fuimos con ellos y en silencio nos
acercamos a la puerta sobre las 11 de la noche y empezamos a tocar con latas y
cencerros. Salieron a pegarnos y salimos corriendo. Creo que fue la última
cencerrada que se dio en el pueblo.
En el verano en tiempo de las “eras” los
hombres permanecían día y noche guardando y trabajando con la “trilla” cosa que
nos gustaba mucho a los niños el montarnos encima del trillo dando vueltas
alrededor de la “palva”. Las mujeres les traían la comida como:
-Tomate frito con patatas.
-Patatas con bacalao.
-Garbanzos (cocido, puchero).
-Sopa de ajo.
-Alubias cocidas.
-Gazpachos con chacina de
matanza para la
cena.
-Etc.
También en el verano se sentaban las mujeres al atardecer en las puertas de las casas a coser, bordar, hacer punto o croché y se hablaba de todo un poco y así se fomentaba la convivencia y la solidaridad entre las vecinas.
Las matanzas donde se mataba un cerdo y
se hacían con ayuda de toda la familia. Mi padre era el matarife de toda la
familia y de algunos amigos y era el que aliñaba las morcillas y despiezaba al cerdo. La primera
pieza que se sacaba era la lengua y la presa para analizar el veterinario que
venía desde Castuera un par de días a la semana. Recuerdo de haber ido
personalmente a analizarlas en el Ayuntamiento y cuando ya llegaba con las
piezas analizadas se hacía el desayuno con migas y la “prueba de matanza”.
El primer día sólo era el despiece, se
picaba, se aliñaba (pimentón, cilantro, patatas y ajos etc.) y se hacían las
morcillas de sangre con arroz, hígado y cebollas. Se lavaban las tripas con
mucha sal y se dejaban secar para el día siguiente.
El segundo día las mujeres llenaban las
morcillas y se colgaban y las piezas grandes se ponían en salmuera (Jamones,
tocinos y huesos).
Mucho trabajo pero muy divertido para los
niños que siempre estábamos ayudando.
Mi mejor recuerdo el comer mucho y lo
bien que se pasaba escuchando a mi primo Flores contando “chascarrillos” al
tiempo que daba vueltas a la manivela de la “maquina de embutir”.
Otro recuerdo era cuando se hacían los
fideos porque había un hombre en el pueblo que iba de casa en casa y los hacía
y para secarlos se ponían encima de una sábana tendida.

Fueron días tristes para la familia de
Perico pero también para nosotros porque a mí el recuerdo de aquella escena del
cuerpo ardiendo no me dejaba dormir. Ante esta situación aconsejaron a mis
padres que para que se me quitaran las pesadillas me llevaran al pozo de Luis y
me hicieran beber agua del pilar donde bebían los animales. Fue un remedio
acertado porque desde entonces no las volví a tener. Sólo me quedó un temor de
encender las luces o tocarlas pero que con el paso del tiempo lo he superado.
También recuerdo a la madre de Perico que cada vez que me veía se le saltaban
las lágrimas y ésto durante mucho tiempo. Mi recuerdo para ella.
5.-En lo religioso:
Recuerdos relacionados con la Iglesia que
eran el centro de toda la actividad del pueblo.
Asistencia a misas donde las mujeres iban
con sus pañuelos a la cabeza y los manguitos en los brazos. Las más ricas del
pueblo tenían un reclinatorio que estaba al principio de los bancos. Los niños
nos citaban el maestro media hora antes en la puerta debajo de la Cruz de los
Caídos. Solían asistir más mujeres que hombres.
La novena de la Purísima donde las chicas
del pueblo ponían una mesa para pedir limosna
y había una competencia por ver que chica recaudaba más.
El coro al
mando de la Rosita y Alberto que tocaba un viejo órgano o piano.
La misa del gallo que al terminar se
formaban un corro en la calle para cantar villancicos.
La Feria de San José donde todo el pueblo
disfrutaba y ofrecía dulces de "rescardones y
galletas" a los numerosos forasteros de
Castuera
Por el día de Todos los santos el
monaguillo salía por todo el pueblo tocando “La matraca” y pidiendo para las
“almas benditas” y la gente le daba comida y dinero y el Día de los Difuntos se
tocaban las campanas todo el día con su “Doble de campanas a los difuntos”. La
recaudación de dinero y especies era para el que tocaba doblando las campanas.
La misa del Domingo de Ramos donde se
bendecían las ramas de olivos que luego después las llevábamos a pincharlas en
medio de los trigales y nos comíamos el “hornazo” (Rosca de pan con huevo duro
dentro y chorizo).
La Semana Santa donde los niños el jueves
y viernes no podíamos correr ni escupir en el suelo ni jugar a la pelota porque
se ofendía al Señor. Las comidas siempre eran iguales. El jueves judía con
bacalao y bacalao frito, el viernes potaje de verduras y bacalao. De cena
tortilla de espárragos o habas.
La Resurrección cuando se encontraban en
la calle Jesús resucitado y la Virgen y se pegaban tiros de escopeta al aire a
las 12 de la noche. Después quien podía se iban al campo a comerse una
caldereta.

En estos años hubo varios años de
sequía y se sacaban a los “Santos” en
procesión por los campos y se les cantaba:
“Agua Padre Eterno,
agua Jesús Mío
que se van las nubes
sin haber llovido”.
“El trigo se seca
la hierba no nace
y los animalitos
se mueren de hambre”.
Hay que recordar aquí al Padre Santiago
Morillo, jesuita que era el que fundo la misa con rito oriental-ortodoxo y
cuando venía al pueblo decía una misa en la plaza con este rito.
6.-En lo cultural:
Los carnavales de forma informal, sin
disfraces y solo como un coro que cantaban por la calle unas canciones jocosas
y críticas hacia personas o al “Estraperlo” que sacaba el Maestro de la Villa
-A mi tío Agustín: Alcalde hasta los
años 43 más o menos y dueño de un bazar en el pueblo
“Agustín tu eres un cuco
como sabes ir al rastro
y venir cargao chismes
para meternos el taco”.
En las Fechas Navideñas los niños del
pueblo íbamos por las casas pidiendo el
“Aguinaldo” y cantábamos:
“Aguinaldo” y cantábamos:
“Dame el aguinaldo
carita de rosa
que no tienes cara
de ser tan roñosa
y si no me lo das
y si no me lo das
la campana gorda
de la catedral
que te caiga encima
si no me lo das
y si me lo das
y si me lo das
que pases las Pascuas
con felicidad.
Nos solían dar dinero, vino pitarrero o
dulces caseros. Allí no se conocían los polvorones actuales.
A mi tío Agustín también le sacaron un
villancico que decía
Al portal de Belén
Agustín se ha acercao
y el niño Jesús le ha dicho
retírate a Benquerencia
que no te vea por aquí
porque pierdo la paciencia.

También las lecturas colectivas por las
noches en mi casa con toda la familia y algunas vecinas en torno al brasero y
comiendo castañas asadas donde se leía a Genoveva de Brabante y el Conde de
Montecristo. Empezaba uno a leer y cuando se cansaba leía otro y había
interrupciones para hacer comentarios de lo leído. Los juegos del parchís que a
mi padre le gustaba mucho.
CAPÍTULO II: AÑOS CINCUENTA (DESDE 1950 AL 1960):
Estos años
fueron muy importantes en lo familiar, lo laboral, lo político, lo social, lo
religioso y lo cultural. Veamos:
1.-En lo familiar:
Dejo de llamarme AGUSTIN porque al sacar una
partida de nacimiento para matricularme en el ingreso del Bachillerato (Mayo,
1953) sólo aparece el nombre de JUAN ANTONIO y nos damos cuenta que lo de
llamarme Agustín fue porque me bautizó mi prima Sabina y en la Iglesia me puso
sólo el nombre de Agustín en recuerdo de
su padre y por eso me empezaron a llamar así y era sólo el nombre que tenía.
Descubierto el error, doña Maria Velarde
que me preparaba para el ingreso, y vivía en mi casa a cambio de que me diera
las clases de ingreso, empezó a ponerme cantidades de muestras con mi nombre de
Juan Antonio para que me acostumbrase para cuando fuéramos a Badajoz al examen
que aprobé en Junio de 1953. Ya había cuadernos y lápices.
La muerte de mis abuelos JUAN PURO Y Mª
JESÚS “LA CORTIJEÑA” y la muerte de mi tío FELICIANO el cura en Villaralto.
Recuerdo a mis padres los problemas para
construir una casa en la calle Arriba a la que nos fuimos a vivir sobre el año
1954. Haciendo adobes y pelando cañas para el techo.
Mi hermana estudiando en un Colegio de
Cabeza del Buey
y luego en
casa con su costura, sus bordados de hilo y pintura y cosiendo los puntos de
las medias de cristal en un vaso.
El casamiento de mi hermana con Pedro
Doctor el 10 de agosto de 1958. Fue una boda que se celebró en el salón del
Bar de la
casa de Puchas y servido por la Pastelería Velasco de CASTUERA. Fue la primera
boda que se celebró en un salón y rompió la costumbre de celebrarlas en la casa
del novio. Fue una boda moderna como las conocemos hoy en día con sus pasteles
de Alange, sus bebidas modernas y su tarta Nupcial.
Aquí hay que recordar la anécdota del
traje de novia. Como yo estaba en Castuera el día anterior a la boda estudiando
me encargaron que recogiese el traje de novia y luego a las seis de la tarde me
fuese con él en el camión que iba a llevar las bebidas de la boda. Recogí el
traje y en las cuatro esquinas de Castuera me puse a jugar con unos amigos al
fútbol hasta que llegara el camión y el traje lo dejé en la acera y una mujer
que pasó por allí creyó que la caja estaba abandonada y se la llevó. Cuando
llegó el camión me di cuenta de que la caja no estaba y empecé a llorar y llamé
a mi madre por teléfono para explicarle el hecho y ella me dijo que fuese a
casa de Doña María que ella iba a hablar con ella. El camión se fue y me fui en
busca de
Doña Maria y juntos nos fuimos al sitio donde se perdió el traje y preguntamos a todos los comercios de la zona y uno de ellos nos dijo que había visto a una señora que conocía con una caja grande y a su casa nos fuimos y la encontramos. Se habló con mi madre y esa noche me quedé en casa de Doña Maria y al día siguiente muy temprano nos fuimos a Benquerencia y mi querida hermana pudo ir vestida con su traje de novia. Fue una boda muy hermosa con dulces del pueblo de Alange y donde yo probé la cerveza por primera vez.
Doña Maria y juntos nos fuimos al sitio donde se perdió el traje y preguntamos a todos los comercios de la zona y uno de ellos nos dijo que había visto a una señora que conocía con una caja grande y a su casa nos fuimos y la encontramos. Se habló con mi madre y esa noche me quedé en casa de Doña Maria y al día siguiente muy temprano nos fuimos a Benquerencia y mi querida hermana pudo ir vestida con su traje de novia. Fue una boda muy hermosa con dulces del pueblo de Alange y donde yo probé la cerveza por primera vez.
Mis estudios en Castuera y posteriormente
en Badajoz.
dedicado a
sus labores agrícolas a pesar de que a finales de los años cincuenta una sequía
grandísima de varios años acompañada además con una plaga de langosta que
arrasó todo el campo y los pozos de agua. Vi nubes de langosta que tapaban el
sol.
El agua escaseaba mucho en el verano y
había que ir hasta quince kilómetros (La Nava) a por ella. En las casas el agua
de limpieza era una palangana con dos litros de agua donde nos lavábamos todos.
No obstante se logró sobrevivir.
Aprobé el ingreso y empecé a estudiar en el
pueblo con un maestro el primer curso de bachillerato (curso 53/54) y el
segundo (curso 54/55) con una maestra vasca que se dio cuenta de que necesitaba
usar gafas y desde entonces las uso.
Después el tercero (curso 55/56) como me
fue tan mal me fui a Castuera al Colegio Libre Adoptado donde estudié de nuevo
tercero (curso 56/57) y me iba todas las mañanas andando con mi amigo PEPE LUIS menor que yo (5 Km.)
con frío, calor y pasando mucho miedo por esa sierra y los meses peores de
Enero y febrero alquilábamos unas habitaciones en una casa de Castuera y se
venía cada mes un familiar para cuidarnos.
Después a la ruta diaria de salir del
pueblo a las 7,40 ir andando, llegar a Castuera y a las 9 h. el Colegio por la
mañana y la hora de la comida comíamos en una clase que nos dejaba el colegio y
luego la sesión de tarde de 3 a 6 y a continuación de nuevo carretera a
Benquerencia para llegar sobre las 8 de la noche. Nuestros padres cuando era ya
de noche salían a buscarnos un par de kilómetros. Después nos compraron unas
bicicletas y ya el camino era mas llevadero y se unió con nosotros mi primo
Tomás. La carretera era de tierra y a veces la hicimos llena de nieve.
Los exámenes íbamos a Badajoz donde aún se
hacían los exámenes orales puestos uno detrás de otro. Nos llevábamos la comida
de dos pollos fritos, chacinas, huevos duros y tortillas y alquilábamos unas
habitaciones en una casa de la Cándida y allí pasábamos unos días. Al principio
me acompañaba mi madre pero luego ya iba solo con otros compañeros de Castuera.
El cuarto curso lo hice el curso 57/58.
Terminé el Bachillerato y en la Reválida me suspendieron y la estudié de nuevo
en Castuera (curso 58/59) y en Junio la suspendí. Ese verano como mi padre
quería que no siguiese estudiando me mandó a segar las habas de la Muña y
tarde
tres días a pesar de la mofa de la gente que pasaba por el camino que se metían
conmigo y me decían:
-Esto es peor que estudiar
-Mucho te has segado hoy
-Al segundo y tercer día ya me vieron
que corría
menos y la mofa fue por lo poco que
hacía.
Pero al fin terminé y mi padre me llevó
con él para ayudarle en la siega y en la era.
Después de mi jornada de trabajo, por las
noches, me dedicaba a estudiar y llegó el día del examen en Badajoz y esperé al
día siguiente para recoger la nota.
Estando esperando la nota conocí a EDUARDO
LORIDO, después mi amigo, y me preguntó que iba hacer el próximo curso y le
comenté que iba a dejar de estudiar para dedicarme al campo. El me dijo que
quería estudiar Magisterio.
Y nos dieron las notas de la Reválida como
Aprobada (Septiembre de 1959). Me rogó que le acompañara hasta la escuela de
Magisterio porque al día siguiente había un
examen de ingreso y por el camino me convenció para que me matriculase
con él (9-9-59). Así lo hice y al día siguiente me examiné y a las diez de la
noche me dieron la nota de que había aprobado y que esa convocatoria era para
estudiar oficial y me tenía que quedar en Badajoz.
Llame a la Central de Teléfono y le dije a
la Rosita que dentro de media hora volvía a llamar a mi madre para que
estuviera allí (Era el sistema porque no había en el pueblo nada más que ese
teléfono y el del Ayuntamiento). Así lo hice y le dije a mi madre que había
aprobado el ingreso en Magisterio y que me tenía que quedar a estudiar en
Badajoz.
Mi madre se alegró y sin pensárselo me
dijo que me quedara allí hasta que ella fuera a llevarme la ropa y que le
dijera a la Cándida que me diera dinero si lo necesitara.
A los dos días se presentó mi madre en
Badajoz y me buscó una pensión donde estuve con mi compañero GASPAR de Castuera
y así empecé Magisterio y fui aprobando curso por curso (59/60, 60/61 y 61/62)
3.-En lo político:

Una de las cosas que se criticaba del alcalde
era que utilizaba al alguacil (Santiago) del
Ayuntamiento para su servicio ya
que lo mandaba a darle de beber a los animales que tenía.
Ya en estos años le preguntaba a mi padre
cosas de la guerra y fue cuando me contó lo siguiente:
-Que él no era de nada pero como lo
movilizaron aunque no había ido a la mili por ser huérfano y estaba en zona
roja le tocó con el Batallón del “Campesino” de tendencia socialista y fueron
desde Benquerencia hasta terminar en la famosa batalla del Ebro en Teruel y
pasando por las provincias de Castilla y Levante. A mi pregunta de si era
defensor de la República él me contestó que en la guerra el tiraba tiros porque
a él le tiraban también. Muchas anécdotas sobre las calamidades que pasaron
atravesando España y como mataban a compañeros que querían huir.
La Batalla del Ebro dice que fue un
desastre por la mala organización que había entre ellos y que cuando los jefes
vieron que iban a perder les dijeron que se entregaran o se marcharan a
Francia. Mi padre con dos paisanos “El Chache” y Antonio de la Cecilia tomaron
la determinación de pasarse al bando nacional cruzando por una parte del río
que cubría poco y que como él era el más alto ellos iban agarrados a él y que
en ese trance recibió un tiro en la manta que llevaba por el cuello pero que no
le pasó nada. Llegaron a la otra orilla y se entregaron a unos moros del Bando
Nacional donde dice que los trataron muy bien y los consideraron como
prisioneros de guerra y los mandaron a Burgos para su clasificación según los
informes de los pueblos y a él luego lo enviaron al Ferrol y estuvo allí hasta
que llegaron los informes de Benquerencia y regresó al pueblo.
Entonces comprendí el “pacto de sangre”
que había entre mi padre, el “Chache” y Antonio de la Cecilia que todos los
años sobre el mes de noviembre venían a mi casa una noche y se tomaban unas
botellas de vino pitarrero que había hecho mi padre. Esta costumbre la recuerdo
hasta que se marcharon del pueblo a Madrid con sus respectivas familias.
También recuerdo que un día le pregunté
sobre como era la República y el me contó la anécdota del “Pozo de Luis”:
Este pozo en tiempos de la República le
ocurrió que el partido que gobernaba en el pueblo le ponía un brocal nuevo y
que cuando subieron a gobernar la oposición le quitaron ese brocal y lo
cambiaron por otro y así sucesivamente.

Luego no me hizo más comentarios políticos
hasta los años sesenta.
4.-En lo social:
Recuerdos de amigos de mi edad dejando ya
los juegos infantiles y paseando con las niñas de nuestra edad en la calle
Corredera por la zona de casa de “Tarrán”.
En Castuera haciendo amigos del Colegio y
jugando los ratos de recreo por aquellas calles de alrededor.
Días de pesca en la Serena con cal viva y
las hierbas que llamábamos “paraguas” (que es donde se saca la cicuta), caza de
lagartos y ranas, persecución de perdigones. Todas estas
actividades acompañadas de comilonas.
actividades acompañadas de comilonas.
El juego de la Lotería en el salón de
Puchas.
5.-En lo
religioso:
En estos años se repetían los actos de los
años anteriores pero fue en este período donde viví ya la fiesta principal de
Benquerencia que era “SAN JOSÉ” el 19 de Marzo y donde pude disfrutar de las
fiestas que duraban tres días y venían miles de personas de Castuera por
devoción al Santo y a cumplir las promesas hechas.
Se organizaban dos bailes y tanto estos
como las calles estaban muy llenas de personas que apenas podían andar por las
tiendas de feriantes.
Mi madre para esos días hacía dulces
caseros (rescardones, galletas, magdalenas, perrunillas y roscos) que ofrecía a
las personas conocidas de Castuera que venían a saludarnos.
6.-En lo cultural:
Lecturas de novelas de los viejos en los sitios que daba el sol y se resguardaban del frío (Roque, Elias ...etc) y los recuerdo leyendo las novelas del Oeste de Marcial Lafuente Estefanía y usaban los mismos modos que vi en mi casa cuando se leían esas novelas referidas anteriormente y los pequeños diálogos sobre lo leído.
Mis colecciones de TBO del Capitán Trueno,
el Jabato y Mortadela y Filemón. Las novelas del Oeste.
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